miércoles, noviembre 7

FORA DO EIXO, LA REVOLUCIÓN CULTURAL QUE RECUPERA EL TRUEQUE


 Felipe Altenfelder tiene 27 años y forma parte de una de las plataformas de gestión cultural más revolucionarias de América Latina, Fora do Eixo (Fuera de Eje). El nombre no es casual. Fora do Eixo nació con el objetivo de romper con la hegemonía de la producción y difusión cultural en Brasil, que se concentraba hace menos de una década en Río de Janeiro y Sao Paulo. Lo hicieron a través de la producción de festivales artísticos en aquellas regiones donde nadie lo hacía y que históricamente se hallaban fuera del circuito de la producción cultural brasileña. Otrora “parias culturales”, ciudades como Belén, Porto Alegre y Salvador ahora son protagonistas e impulsores del “boom” cultural que vive Brasil. 

Fora do Eixo tiene un ejército de 2.000 gestores distribuidos en 200 ciudades de las 27 provincias de Brasil. Su incidencia sobrepasa el concepto tradicional de gestión cultural: Fora do Eixo, junto al trabajo paralelo de otras organizaciones, han construido un movimiento social de las culturas. Es a través de este movimiento que los actores culturales han consolidado una incidencia directa en las políticas estatales relacionadas al arte y a la cultura.  Desde África hasta América Latina, los actores culturales han posado sus ojos en Fora do Eixo para emular sus experiencias. Una de ellas, la tarjeta Fora do Eixo, un sistema de trueque de servicios que ha permitido a pequeños colectivos artísticos “vivir” de su arte y talento.
Felipe compartió con los participantes de Entretejer Bolivia-Cultura de Red las expriencias que están transformando el mundo artístico-cultural de su país.
“Hemos logrado que desde el Estado se entienda la cultura no como un producto, sino como un comportamiento, como estilo de vida, como un proceso de gente que intercambia servicios para mejorar la realidad de sus territorios”.

¿Cómo nace Fora do Eixo?

Empezamos el 2005. El circuito surgió como una conexión de productores, artistas y comunicadores independientes de cinco ciudades de Brasil. La intención es fortalecer las posibilidades de intercambio artístico cultural en ciudades que están lejos de Sao Paulo y Río de Janeiro, que eran el eje cultural de Brasil. Fora do Eixo es un movimiento de interiorización de la cultura en Brasil.
Cuando empezamos había un espacio vacío para la gente que se organizaba en torno de la cadena productiva de la música. Había un colapso de la industria disquera. Surgieron festivales independientes como una nueva plataforma de renovación de la música brasileña. Empezamos a sistematizar tecnologías sociales de gestión para la producción cultural independiente como la organización de festivales o la distribución de discos. Aprendimos a organizarnos y pronto nos dimos cuenta que teníamos en las manos una tecnología transversal para hacer un trabajo de artes integradas. La red fue creciendo y actualmente en Brasil estamos conectados en más de 200 ciudades en las 27 provincias. Nos dimos cuenta que Fora do Eixo no era más un concepto geográfico, sino un concepto antropológico en busca de la construcción de nuevas maneras de trabajar y producir cultura.
¿Cómo funciona orgánicamente Fora do Eixo?
Es una red horizontal. Pero esto no quiere decir que no se tenga una jerarquía, pero que se basa en el principio de legitimidad. Quien trabaja, tiene el derecho a proponer y hablar. Es un mecanismo de legitimidad colectiva. Somos 2000 personas directamente involucradas con la iniciativa. Hay casas regionales, cinco, en cada una de las macroregiones de Brasil.
¿Qué éxitos destacarías del trabajo de Fora do Eixo?
Un logro fundamental fue la identificación de un nuevo mapa de la cultura en Brasil. Con la suma de esfuerzos logramos un alargamiento del eje cultural. Nuevas ciudades son protagonistas de ese mapa. Otro logro es este ambiente favorable que, a partir de Fora do Eixo y con el trabajo de otras organizaciones, ha impulsado un desarrollo increíble de las políticas culturales. Estamos con una capacidad muy sofisticada de elaboración de narrativas en las plataformas de internet. De esta manera el movimiento cultural pone toda su fuerza no solo en las actividades de los circuitos culturales, sino también como movimiento social de las culturas que sale a las calles, que presiona a los políticos por nuevas leyes. 
¿El Estado brasileño ahora invierte más en Cultura?
Hay algo interesante. Cuando nosotros visitamos otros países de América Latina, se genera una especie de mito de que el movimiento cultural que se tiene hoy en Brasil es una consecuencia de la inversión estatal. No es así, es todo lo contrario. La inversión estatal es una consecuencia de la presión del movimiento organizado de los actores culturales. 
¿Cómo seducir al sector público y privado para que inviertan en cultura?
 En Brasil hicimos una acción muy fuerte de construcción de un universo conceptual para posicionar la cultura como un elemento estratégico para el desarrollo del país. Un gobierno que invierte en cultura gasta menos en educación, gasta menos en salud por el potencial transformador y emancipatorio de la cultura.
Hasta los años 90, la comprensión del gobierno sobre cultura era relacionada a las teorías inglesas y americanas que visualizan la cultura como arte, como un producto. Desde hace unos 10 años trabajamos la perspectiva más antropológica de cultura. La cultura como comportamiento, como estilo de vida; la cultura no como un producto sino como un proceso de gente que intercambia servicios para mejorar la realidad de sus territorios. Es un trabajo permanente, porque después de que se sensibiliza el gobierno, viene la política de gobierno después el transformar esa política de gobierno en una política de Estado.
¿Cómo se sostiene el equipo de Fora do Eixo?
Hemos desarrollado una tecnología social que es vital para nuestra estructura. Es un paquete con tres tecnologías. Dedicación exclusiva, que es cuando la gente comprende que la sostenibilidad  del sector cultural sólo viene después de que tu le pones toda la dedicación. Vivimos juntos (integrantes de Fora do Eixo) para trabajar todo el tiempo. No hay una separación entre trabajo y vida. Pero no hay ocho horas de tortura y ocho horas gastando consumo para anestesiar esa tortura. Tenemos 16 horas de vida y ocho horas de sueños. Y eso es viabilizado por una casa colectiva. Nadie que trabaja en la organización recibe un sueldo fijo. Todos los recursos que ingresan son de todos; todos tienen igual derecho de retirarlas. Y con eso estamos financiando todo lo que necesitamos, viajando, conectando y produciendo. 
Recuperaron el sentido del trueque
Realizamos la sistematización de la fuerza de trabajo. Por ejemplo, una hora de ensayo en un estudio de música cuesta 100 reales. Creamos nuestra moneda, las tarjetas Fora do Eixo. En vez de que la banda pagué al dueño del estudio a fin de mes 500 reales, usa las tarjetas que luego puede pagar haciendo su presentación. Hemos sistematizando todos los trueques involucrados con la producción cultural. 

1 comentario:

Johnny Zuri dijo...

Una pena que este tipo de iniciativas no terminen de cuajar